Los incrementos por las tensiones en Europa del Este se han sentido con mayor fuerza y se ha visto más desenfrenado en medio de una economía que recién se reabría, en medio de la pandemia de COVID-19. Esta había reducido el consumo de hidrocarburos y su producción recién se adecuaba a niveles de demanda superiores a los de 2020. 

El precio de los carburantes depende de múltiples factores, como su cotización específica (independiente de la del petróleo), la evolución del crudo, los impuestos, el coste de la materia prima, logística y los márgenes brutos.  

Los precios del petróleo a nivel mundial han seguido aumentando, y de acuerdo uno de los grandes retos para las autoridades en México, y a nivel mundial, es la incertidumbre de no saber por cuánto tiempo se mantendrá esta situación. 

La primera estrategia que implementaron las autoridades mexicanas fue la de disminuir el impuesto especial (IEPS) que se le carga, para no ver reflejado un incremento significativo en su precio, pero si la tendencia del aumento en los precios del petróleo continúa de manera indefinida, la actual administración ha declarado que se podría utilizar un subsidio para mitigar el incremento en los precios de los combustibles, ya que prácticamente ha eliminado el IEPS. 

Mientras la oferta del petróleo continúe limitada será complicado que el panorama mejore, al menos hasta que se logre una resolución del conflicto bélico en donde nuevamente el petróleo ruso pueda ser comercializado a nivel internacional. 

También hay que estar al pendiente de la inflación, pues México ya enfrentaba un problema inflacionario importante antes del conflicto entre Rusia y Ucrania. 

 

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